Artistas que comercializaban con éxito retratos, como el de Maximilien Robespierre, hacían uso de todo tipo de instrumentos para lograr trabajos casi perfectos.
Maximilien Robespierre
La silueta, un invento derivado del teatro de sombras chinas, se empezó a usar en Francia a mediados del siglo XVIII, como método rápido, económico para hacer retratos de la creciente clientela burguesa que no podía pagar los retratos tradicionales pintados, ni las miniaturas que por esa época estaban de moda entre la nobleza. La silueta era un retrato de perfil, que se hacía copiando el perímetro de la sombra de una persona sobre un papel negro, que luego se recortaba con muchísimo cuidado, para montarse finalmente en otro papel blanco.
En esa misma línea evolutiva, sobre fines del siglo XVIII aparece el fisionotrazo para hacer perfiles, inventado por Gilles Louis Chretien.
fisionotrazo
Estos inventos han sido denominados por Gisèle Freund como "precursores ideológicos" de la fotografía, en tanto representan los esfuerzos de muchos investigadores y artistas de Europa sobre fines del siglo XVIII y principios del XIX, de dar respuesta a una necesidad social en la burguesía ascendente: tener una forma de representación objetiva, mecánica, económica y rápida. El retrato de personas fue, desde entonces, el principal motor de las innovaciones técnicas que la fotografía incorporó durante todo el siglo XIX.
Pocos años antes de su muerte, el inglés Thomas Wedgwood hizo nuevos descubrimientos para capturar imágenes, sin lograr fijarlas adecuadamente.
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